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lunes, 18 de enero de 2010

Cajón De-Sastre, por Lorenzo Caprile

¿Quiere pasar un buen rato?


¿Cuántas veces hemos tenido que lidiar con un pedante? ¿y con un pretencioso?¿y con personajes tan engreídos y enamorados de sí mismos que no son capaces de ver más allá de sus narices? ¿y los encantados de conocerse? ¿cuántos son? ¿pensamos que son producto de esta época egoísta, dominada por el consumo y la imagen y el absoluto individualismo?
Pues no: ya existían en el siglo XVII, en pleno Siglo de Oro; y ya entonces hacían de las suyas y eran tan numerosos y populares como hoy…y como hoy capaces de los mayores disparates y tonterías…Y eso debió pensar hace 400 años Guillén de Castro cuando se puso a escribir “El Narciso en su Opinión”: reírse de la pretensión, del quiero y no puedo, del aparentar por aparentar, de la falsedad, de los “fashionvictims”, de la obsesión por la superficie sin ningún tipo de profundidad.
Al Narciso de esta historia lo conocemos todos: está en la oficina, en nuestro barrio, en el gimnasio…y seguro que hay más de uno en nuestras familias: esos personajes que lo saben todo, que van a la última, que modulan su voz, que son pura apariencia y que con tal de mantenerse a flote son capaces de cualquier cosa, por descabellada que sea.
Y ahí está la genialidad de Guillén de Castro, que no por menos conocido deja de ser una del los grandes dramaturgos del Teatro Español: construir un delicioso enredo alrededor de uno de estos singulares personajes para sacar a relucir todas sus miserias, sus inseguridades, sus patinazos y reírse de ellos…y ahí está la genialidad de Rafael Calatayud, el director de este nuevo montaje para la Compañía Nacional de Teatro Clásico: el transformar una olvidada comedia del Siglo de Oro en una función moderna, ágil, llena de desternillantes momentos cómicos, brillantes personajes secundarios y una ambientación casi casi de musical…y por supuesto risas, muchas, muchísimas risas: de las de verdad.
¿Quieren pasar un buen rato? Pues no dejen de verla: “El Narciso en su Opinión” de Guillen de Castro. Teatro Pavón, Embajadores 9, Madrid. Absolutamente recomendable.