Este artículo fue copiado de Redireccionar un blog en Blogger Visita el sitio origianl para más información También puedes visitar 140GEEK

jueves, 18 de febrero de 2010

Cajon De-Saste, por Lorenzo Caprile

Su Majestad el Corsé


Mucho antes de los gimnasios, de las dietas masacrantes, de las visitas al cirujano plástico…mucho antes que el pilates, el jogging, el stretching y la bicicleta estática…mucho, muchísimo antes de todas estas estupideces modernas con las que se complican la vida, las mujeres contaban con un aliado fiel e infalible para moldear y ajustar su figura a los implacables dictados de la Moda: su Majestad el Corsé.
Justillo, corpiño, cartón de pecho, cota, cotilla…corsé: cuantos nombres y formas han atravesado la historia de la Moda –que es la historia de la Mujer- para describir este objeto de deseo odiado y amado a partes iguales: instrumento de tortura, sí; pero instrumento de seducción, también.
Y es que la pretensión de transformar el cuerpo humano –la figura femenina en este caso- es tan antigua como la necesidad de vestirse: los historiadores marcan con el nacimiento del Corsé el nacimiento también de la Moda, con mayúsculas: la indumentaria se transforma en tendencia, en novedad, en una palabra, en Moda, cuando alguien, allá en la lejana y bíblica Babilonia, inventa un cinturón ancho de cuero, reforzado con varillas de metal para dejar sin respiración a esas míticas cortesanas que, asomadas a los jardines colgantes bañados por el Éufrates y la luz de la luna, buscaban a su clientela para enredarla y atraparla entre los cordones de…¡su Corsé!
¿Qué tendrá ese oscuro objeto del deseo para que sobreviva a través de los siglos y los siglos y siga fascinando a las mujeres? Algo muy sencillo: atraer la mirada de los hombres y despertar sus instintos más básicos…
Y es que , si nos fijamos en la historia del Arte, a partir de la baja Edad Media (mil trescientos y pico más o menos) la silueta femenina apenas cambia: faldas de gran volumen…y cinturas de avispa y sugerentes escotes, tersos y sin ninguna arruga, gracias al corsé: un poco de cartón o cuero o algodón encerado; un puñado de juncos o barbas de ballena o tiras de metal y muchos, muchos metros de cordón para tirar y tirar hasta lograr los famosos 45 centímetros anhelados por Escarlata…y así, año tras año, desde Lucrecia Borgia hasta la Pompadour, desde Eugenia de Montijo hasta Madonna vestida por Gaultier: más de cinco siglos de cinturas diminutas, senos florecientes y caderas apretadas… ¿alguna mujer se puede resistir? No. ¿ Y algún hombre? Tampoco.

Sólo hubo un breve momento –diez, quince años- allá por La Revolución Francesa, cuando a Su Majestad el Corsé, toda una Alteza Real, le cortaron la cabeza a favor de los pliegues y las túnicas griegas, las gasas y las muselinas, la libertad, la igualdad, la fraternidad…y el aburrimiento.
Pero a medida que Napoleón pasaba de ser un ciudadano normal a todo un Emperador el Corsé volvió a recuperar su reinado indiscutible: porque el Corsé es lujo, es refinamiento, es disfrutar de la riqueza y el poder suficientes para permitirse una doncella personal que lo ajuste hasta los límites de lo imposible.
Y así lo entendió también Christian Dior cuando en el 1947, tras una guerra despiadada y cruel, triste y masculina, intuyó que las mujeres querían volver a ser Mujeres de Verdad: pechos, caderas y cinturas de avispa, y se “inventó” el corsé del “New Look”…es decir, el Corsé de toda la vida, el de siempre.
Pero como en la mujer el deseo de ser libre es tan fuerte como el de ser bella, las protestas y las críticas se levantan en armas: todas las revoluciones (¡no solo la Francesa!) de la historia de la Moda han sido contra el Corsé: la de Fortuny, la de Poiret, la de Chanel, la de Balenciaga, la del “Swinging London” de los años 60, la de los Japoneses en los 80…y todas han ido fracasando poco a poco porque el Corsé vuelve siempre después de unos cuantos años en el olvido: Su Majestad regresa desde su exilio dorado para imponer una vez más su reinado de curvas y femineidad , de misterio y de seducción, de amor, erotismo y lujo…De nuevo, insisto: ¿Qué mujer puede resistirse a todo esto?
Sinceramente, creo que ninguna.

lunes, 15 de febrero de 2010

Llévate a Talky de Erasmus

Talky colabora con CEU San Pablo

El próximo miércoles 17 de febrero Talky se une a CEU San Pablo para organizar la Jornada de Elección de Plazas Erasmus y Movilidad Internacional.

viernes, 12 de febrero de 2010

Talky ...me gusta














Entra en www.talkyonline.com/promociones e introduce tu código

martes, 9 de febrero de 2010

Cajón De-Sastre, por Lorenzo Caprile

Enhorabuena, Penélope

Penélope Cruz ha sido nominada al Oscar por su papel “secundario” en NINE. Y ya tenemos a Penélope otra vez en todos lo medios: blogs, teles periódicos, revistas…¡Qué difícil resulta a estas alturas hablar de Penélope Cruz! No sé si queda algo nuevo por decir, la verdad.


Porque sobre su elegancia, su belleza, sus dotes como actriz, sus novios, su carrera, su familia, sus casas, sus viajes…creo que se ha dicho todo o casi todo, verdadero o falso, real o inventado…Hablar de Penélope es como hablar de un mito lejano, o de una leyenda de la que cada uno de nosotros tiene su propia y particular versión.

Yo también tengo la mía…y claro, tiene que ver con su forma de vestir, con su aspecto, con su gestualidad y su apariencia…Y con eso que vagamente denominamos Estilo y que es tan subjetivo que resulta tan difícil de expresar como de definir como de tan siquiera tener (si es que acaso existe).

No voy a describir ahora sus apariciones mediáticas, ni sus trajes más conocidos, ni tan siquiera citar las marcas que, gracias a ella, han logrado un impacto global…Tampoco voy a hablar de sus bolsos, de su corte de pelo, de su maquillaje, de su manicura, o de sus pestañas, postizas o naturales. No. Voy a hablar de la constancia, la disciplina, la inteligencia y el trabajo duro del día a día: voy a hablar de la inteligencia.

Siempre he defendido que el Estilo, la elegancia, el refinamiento, llámese como se quiera, puede aprenderse, cultivarse y desarrollarse: por lo tanto requiere aplicación y constancia, y un gran nivel de autoexigencia y ganas de ser la mejor.

Sobre unos cimientos naturales formidables, Penélope ha construido el más bello y sugerente de los edificios, y es la más sorprendente demostración de que una normal chica de Alcobendas (como ella misma se definió) puede transformase en una exquisita estrella de Hollywood a base de esfuerzo y motivación…y muchos sacrificios.

Desde las camisetas mojadas de “Jamón Jamón” a las elaboradas creaciones de Dior hay un largo recorrido de humildad, aprendizaje, algunos errores y pruebas de fuego que ha superado con creces.

Hoy Penélope es un modelo a seguir para millones de mujeres de todo el mundo: sobre todo y por encima de todo lo demás es un formidable ejemplo del impecable proceso a seguir para lograr un exquisito y perfecto resulto final.

Enhorabuena, Penélope: ojala el lunes 8 de Marzo podamos brindar por tu segundo Oscar ¡te lo mereces!